El concepto de evaluación en educación está estrechamente ligado con el de calificación, aún y cuando ambos términos responden a conceptos diferentes. Pese a su cercanía: “evaluar el aprendizaje de los educandos entendiendo éste como la adquisición de conocimientos y el desarrollo de habilidades, así como la formación de actitudes, hábitos y valores señalados en los programas vigentes” (1). Mientras que: “La asignación de calificaciones será congruente con las evaluaciones…”; a su vez “la escala oficial de calificación será numérica y se asignará en números enteros del 5 al 10” (2). El primero corresponde a un concepto cualitativo, mientras que el otro es cuantitativo.
La falta de claridad entre estos conceptos, propician verdaderas disputas entre maestros y alumnos, al “confrontarse” - ambos - por un número llamado erróneamente evaluación. La evaluación debe ser concebida de manera general no como el fin mismo, sino como un recurso fundamental o incluso una estrategia pedagógica que permita alcanzar el desarrollo integral de los educandos.
“En México se ha privilegiado la aplicación de pruebas a los alumnos (3)…”, otorgándoles de manera intrínseca, mayor valor del que se debiera, descuidando “fomentar actitudes que estimulen la investigación y la innovación científicas y tecnológicas (4)…”
Bloom, B. (1971) considera a “…la evaluación como una retroalimentación continúa que permite implantar las correcciones necesarias (5)…”, de igual manera destacan las aportaciones de Ausubel D. (1982), Díaz-Barriga, A. (1989). Respecto de este último; su ocupación en el área del diseño curricular, nos orilla a mencionar también a otro grupo de expertos en evaluación entre los que destacan: Jerome Bruner (1961), Hilda Taba (1962) (5).
Sin embargo al hablar de evaluación no sólo investigadores están inmersos en la materia, existen también organismos e instituciones tanto nacionales como internacionales destinados a orientar sus esfuerzos en el área de evaluación educativa.
En el caso de México, destaca el INEE; creado en el año de 2002, pero antecedido y sucedido por una vasta lista de organismos, organizaciones, laboratorios, consejos y centros educativos como lo son: PISA (2005), EXCALE (2005), GIP (2002), LLECE (1994), SERCE (2007), así como la OCDE, UNESCO y OREALC/UNESCO por mencionar algunos.
Participan tantos en la tarea educativa-evaluativa, que aún así todo queda en intentos-evaluativos (algunos más extensos y rigurosos que otros, pero aún así incompletos).
Regresando al punto; la evaluación es por sí misma compleja y, si le agregamos cierta dosis de indiferencia, menosprecio, apatía o desconocimiento e incluso combinadas con negligencia; aumenta de manera considerable la posibilidad de estar pseudo-evaluando.
Si los Planes y Programas de Estudio han cambiado, si los enfoques ya no son los de antaño, es preciso realizar ajustes a los métodos tradicionales de evaluación, pues, un maestro que no reconozca las diferencias entre lo que se evaluaba y lo que evalúa actualmente, puede estar hurgando -en el mejor de los casos- entre sus alumnos “…respuestas deseables… (Indicios) y reforzar estas respuestas…(7)”, correspondiendo este enfoque a la corriente conductual.
La pretensión del currículum actual, se centra en la “Educación Basada en Competencias”; creando nuevos paradigmas al quehacer docente, orillando a nuevas líneas de investigación.
“Phillippe Perrenoud” y “Mónica Gathar”, se están posicionando en el ámbito educativo como los nuevos íconos de esta corriente pedagógica; al fundar “El Laboratorio de Innovación, Formación y Educación” (LIFE). Destacando su obra “Diez nuevas competencias para enseñar”.
La Secretaría de Educación Básica, junto con la Dirección de Educación Secundaria, llevó a cabo la 4ª Reunión de capacitación de los Equipos Técnicos Estatales y en la Primera Etapa de Implementación de la Reforma a la Educación Secundaria en Agosto de 2006. Dando a conocer INDICADORES DE EVALUACIÓN.
“Estos indicadores tienen como referente los propósitos, las actividades, los temas de reflexión y los aprendizajes esperados establecidos en el programa de Español, pero en ellos se ha tratado de plasmar, con un nivel mayor de detalle que en el documento curricular, las posibles evidencias de lo que están aprendiendo los alumnos al participar en las prácticas del lenguaje que conforman el programa. Para cada práctica, se presentan dos tipos de indicadores: los referentes al desarrollo de las actividades (evaluación del proceso) y los referentes a los productos obtenidos al final de las mismas (evaluación del producto).” (9) –por mencionar sólo alguno-.
Si no re-construimos nuestros esquemas mentales, si no rompemos nuestros viejos paradigmas y nos involucramos de forma activa a los cambios, la respuesta puede no ser la esperada.
Una evaluación subjetiva-tradicional, es uno de los grandes agentes a evaluar, antes de contar con mayores elemento que permitan una verdadera Evaluación.
(1) Acuerdo 200, Art. 1º; (2) Acuerdo 200, Art. 4o y 5o, (3) INEE, Antecedentes; (4) Ley Gral. Educ. Art. 7, Fracc. VII;
(5) Pastrana (1983), “Evaluación de Programas”; (6) Antología Colpos, pág.12 “Paradigmas Psicosocioeducativos”, Iván Pavlov; (7) Antología Colpos, pág.137 “Paradigmas Psicosocioeducativos”, Iván Pavlov; (8) “Díez nuevas competencias para enseñar” (Phillippe Perrenoud, 2007). 9)http://www.reformasecundaria.sep.gob.mx/espanol/pdf/evaluacion/indicadores_evaluacion.pdf